Ultramore
Una casa desierta que yo amo,
a dos horas de aquí,
me sirve de consuelo.
En sus tejas roídas por la hierba
la luna se extenúa,
se duerme el sol del tiempo.
Entre sus muros el silencio existe
que ahora yo imagino
—soñando con vivir
una segunda infancia prolongada
hasta el agotamiento
de ser carnal, feliz.
Me asomaré callado a ver el día,
contento de estar solo
con la vida bastante.
Encontrar en la cama otro cuerpo,
no más que algunas noches,
será como bañarme.
Jaime Gil de Biedma
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